lunes, 21 de febrero de 2011

Epílogo

Ella era una mujer trabajadora. Pero no podía despertarse temprano. En las noches el sentimiento de incertidumbre y miedo invadia su corazón. Lucía era una mujer fuerte, pero estaba constantemente preocupada.
Su hija NO estaba bien. Cuando ella tenía 8 años, su padre; es decir el abuelo de Adipsia; había fallecido. Se había ido. Pero Adipsia divertía a la familia con sus comentarios ocurrentes y espontáneos sobre él. Ella seguía viéndolo. Cosa que se considera "normal" en un niño. He ahí el detalle, Lucía no sabía que a los 15 años uno ya es considerado como niño.


Se adaptó a las necesidades de su hija, y de su trabajo, por eso siempre parecía que era pandrosa y descuidad con ciertos aspectos fundamentales. Pero estaba ocupada en cosas más complejas e importantes que el color de una pañoleta.

Prepraba comida para su difunto padre, y no le quedaba más remedio que tirarla después. Adipsia se negó a la realidad y Lucía se la negó a su hija... Pero no supo diferenciar entre una conducta normal y coportamiento, digno de un ezquisofrénica

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