domingo, 14 de abril de 2013

Atracción.

Me baño en la vivaz alegría e inigualable fuerza de Rimsky Korsakkov con un té al lado, y no lo disfruto. Me duele.
Hacer las cosas que hacía me duelen, porque todo lo he perdido a manos tuyas, a imaginarias e inexistentes manos tuyas. Tus fotos sin playera o la perforación de tu estómago, lo que representaba tu figura para mí; un bonito cuadro, una bien hecha meodía o un té al llegar a casa. Un placer más pequeño de lo que imaginas, aunque placer, a fin de cuentas.
Cierro los ojos y te miro siendo besada por él, siendo tomada por él, siendo complacida por él.
Donde estaba Tchaikovsky estás ahora tú, donde estaba Rimsky Korsakov; tú, James Dean; tú, Elvis Presley; TÚ, Audrey Hepburn, TÚ, Zooes Deschanel TÚ.
Tú, tú, tú, maldita tú que como intrusa llegaste para alimentar mis pesadillas y miedos. A aumentar lo que me agobia, a que tu figura que era un placer, un gusto ahora sea un martirio, un dolor insufrible todo el tiempo. Un dolor que no se va.
 ¡Maldigo el día en que nos conocimos!