lunes, 21 de marzo de 2011

Hideo's Tale

En el parque hay un hombre, sentado en el piso leyendo un manuscrito. La gente viene y va y el solamente se limita a esperar a alguien.
Alguien que se acerque y le pregunté qué está haciendo, alguien que le desee un buen día, alguien que le pida que se levante del piso. A alguien que le interese su existencia.

La gente que pasa frente a el le da lástima. Tan preocupados por su apariencia y dejando su alma en el olvido. Tan frívolos, tan superficiales...

Pero si ni su propia existencia les interesaba, ¿por qué se preocuparían por la de él? Todos mostrando increíbles y sofisticados celulares, usando ropa incómoda, las chicas jugando con su cabello pensando qué día sería el correcto para ir a comprar más y más maquillaje.

El viejo agachó la cabeza y lloro unos minutos. Ese mundo no era el que debería de ser. De repente sintió que algo se acercaba a él, algo grande, algo luminoso.
Levanto el cuello y busco entre la gente que iba caminando. Se veían todos tan felices. Entre ellos vio a una niña que cargaba un estuche en donde podía tener algún instrumento musical. Era muy bonita, con piel aperlada y cabello castaño largo y caía en caireles que daban tentación, era muy difícil resistirse a tocarlos. Su ropa era fresca y encantadora, un vestido blanco con flores de sakura verdes y de tonos amarillos, con tirantes que formaban dos delgadísimos moños.

¿Era ella una ángel?¿Qué haría alguien tan puro en uno de los sitios más rudos que había en su país?

Él ángel se puso enfrente de él, le sonrío y le dijo...

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