viernes, 16 de septiembre de 2011

capítulo 1 Esto no debería estar sucediendo.

El sol se colaba por la ventana con cortinas viejas y un poco rotas en las puntas. No había mucho, entonces era una buena noticia que empezara a salir el sol, eso le daba esperanza a De xīwàng.
La guerra iba mal, había escuchado que no muy lejos de donde vivía las tropas japonesas ya habían llegado, creando una ola de violaciones, muertes, agresiones y humillaciones tan grande que lo más probable era que llegaría donde ella vivía.

Nerviosa, agarró su cabello negro y lacio y lo empezó a enredar entre los dedos. ¿Qué serían capaces de hacer aquellos hombres? El miedo llenaba su corazón, pero no era momento de ser pesimista. Nunca se llega a ningún lugar si no se tiene esperanza.

El silencio de la habitación murió cuando escuchó su estómago. No sólo tenía hambre, nunca había querido comida con tantas ganas. Quería comer arroz bueno, pero la comida no podía ser encontrada en ningún lugar. "Seguramente los agricultores se están dando la buena vida" se imaginó a la familia del señor Ming, comiendo todo el arroz que quisieran. Se reprimió de nuevo, tampoco era sano tener envidia, la envidia no iba a saciar su hambre.

Reposó su cabeza sobre sus manos que estaban recargadas en sus ya flacas piernas. A sus 16 años ya padecía de fuertes dolores de cabeza, seguramente capaces de hacer gritar de dolor a uno de esos maleantes con uniforme que se hacían llamar soldados, no eran más que unos canallas. Se dijo a sí misma que iría a descansar un rato, cuando escucho mucho ruido afuera. No era normal, ¿estarían celebrando algo?

"Ganamos" fue lo primero que se le vino a la mente "La guerra ha terminado, hemos ganado" Tras gritar ésto se asomó a por la ventana que ahora dejaba ver un resplandeciente sol de medio día.

Lo que vio afuera la dejó impactada. El ejercito Japonés ya estaba ahí. Pero no como se lo había imaginado, sólo había 3 hombres, uno era escuálido pero era el que guiaba a los otros 2 ¿Serían renegados? Imponían mucho respeto.El más flaco daba mucho miedo, tenía los ojos más fríos que jamás hubiera visto.

De la nada, el escuálido señaló a unos niños que estaban jugando por ahí, luego a la anciana que siempre le servía té cuando su madre y ella la visitabana y luego al señor Ming. Los otros 2 soldados fueron con los "seleccionados" y se los llevaron, amenazándolos con una arma. Fue todo tan rápido que nadie fue capaz de hacer nada. Tan fugazmente como llegaron, así se fueron.

Cada tres días volvían, Y a la segunda vez, se la llevaron a ella.

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