La princesa se sentó a esperar. No estaba acostumbrada a esperar por nadie, y le encantaba ese gesto suyo.
Solía llamarla princesa y luego revolver su cabello. Podía abrazarla cuando le viniera en gana y la princesa no le reprochaba nunca nada. Era excitante y nuevo pensar en esa nueva relación.
Una relación con un punk, hecho y derecho. El reclamaba sentirse especial por tener a alguien como ella por novia, y ella igual.
Eran de mundos distintos.
La princesa podría estar horas sentada admirando el cielo, y el disfrutaba dando conciertos. Ella era la tranquilidad andando y el... todo lo contrario.
Sus platicas eran impresionantes, estaban impregnadas de enorme y profundo conocimiento. El era el empírico y ella el racional. Las vivencias de él eran el triple que las de la Princesa Cisne y la maravillaba eso.
Siempre tenía una historia que contar.
El nunca dejaría que le hiciera daño. La trataba con una delicadeza que no se parecía a nada que ella hubiera experimentado antes. Estaba lleno de pasión, de locura y de emoción.
Era emocionante y seductor.
La princesa se miró las suaves manos. "¿y yo? ¿yo qué soy?"
Sus últimas relaciones habían sido con "niños buenos". Con gente que no decía majaderías, que era delicado y pomposos comentarios.Chicos débiles, ingenuos dulces y refinados. En su lugar el era una explosión de adrenalina y fuego.
Ella se sentía cómoda así pero... ¿en verdad le gustaba eso?.
¿Qué era lo que la princesa quería?
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